El
romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el
Reino Unido a finales del siglo xviii como una reacción revolucionaria contra
el racionalismo de la Ilustración y el clasicismo, confiriendo prioridad a los
sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición
clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad
auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es
incuestionable. Debido a que el Romanticismo es una manera de sentir y concebir
la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y
particular en cada país donde se desarrolla, incluso dentro de una misma
nación, se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las
artes.
Se
desarrolló en la primera mitad del siglo xix, extendiéndose desde Inglaterra y
Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría
posteriormente en diversas corrientes, como el parnasianismo, el simbolismo, el
decadentismo o el prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de
posromanticismo, del cual derivó el llamado modernismo hispanoamericano. Tuvo
fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música.
El Romanticismo es un movimiento revolucionario en
todos los ámbitos vitales que, en las artes, rompe con los esquemas
establecidos en el Neoclasicismo, defendiendo la fantasía, la imaginación y las
fuerzas irracionales del espíritu. El Neoclasicismo aún perdura en algunos
autores, pero muchos, que se iniciaron en la postura neoclasicista, se
convirtieron ávidamente al Romanticismo, como el Duque de Rivas o José de Espronceda. Otros,
sin embargo, fueron desde sus inicios románticos convencidos.
El Romanticismo cuenta con algunas características:
El ansia de libertad: El Romanticismo es una reacción en contra del
Neoclasicismo. La libertad creativa desplaza a la razón ordenadora.
La exaltación del yo individual: En el siglo XVIII neoclásico, con el despotismo
ilustrado, la voluntad del rey se imponía sobre la opinión de sus
súbditos. En cambio, los postulados de
la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad) hicieron variar la
situación. Ellas fueron las ideas inspiradoras del Romanticismo, que propugnó
una intensa valoración de la propia personalidad.
El espíritu de rebeldía: Las ansias de libertad se traducen en un
espíritu de rebeldía, que se observa en numerosos personajes literarios, todos
ellos aventureros y rebeldes.
Sentimiento de soledad y de resignación al
sufrimiento: El fatum
romántico proviene de un emparentamiento con la cosmovisión cristiana medieval.
Identificación con la naturaleza: La naturaleza en su estado puro, no se trata de
una naturaleza de jardín sino de una naturaleza guardadora de secretos en la
que pueda proyectar su estado anímico.
Exaltación de la imaginación y del sentimiento:
El romántico muestra su valor en la firmeza de
sus sentimientos. Es un caballero en una gesta del corazón. Por otro lado, su imaginación le pone alas a
su sentimiento amoroso.
Valoración de lo nacional y popular: Tal como el hombre romántico necesita afirmar
su yo, las naciones precisan destacar los valores propios que las diferencien
de otras comunidades humanas y las identifiquen
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